En la consulta psicológica escucho esta expresión con cierta frecuencia, después de un doloroso relato en el que las demás personas están sufriendo, no hacen caso, no ven los problemas que tienen o se gastan todo sin pensar en el futuro. En ese punto el consultante dice desde el fondo de su ser, “es que no se dejan ayudar y ya no sé qué más hacer”.
Y entonces la invitación que hago es conversemos de cuándo y cómo nació ese impulso SALVADOR, porque lo real es que cada persona tiene sus propios retos de aprendizaje y de alguna manera no permiten que otro ser, que puede quererlos mucho, trate de vivirle su vida.
Si actúas como el consultante, entonces estás viviendo el Síndrome del salvador, cuando deseas controlar la vida de los demás y consideras que tienes la razón en todo y ves los problemas o soluciones de los otros. Es usual que, al estar así, empieces a sufrir porque las otras personas te entregan todos sus problemas y no encuentras la manera de solucionarlos, te sientes muy cargada y con mucha frustración y cansancio emocional.
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La psicóloga Vanesa Fernández explica que “la persona salvadora siempre va al rescate del otro. Quien rescata, además, nunca deja al otro la opción de afrontar y resolver sus propios problemas. Esto, que, en un primer momento, u ocasionalmente, podría ser apropiado y atrevidamente romántico en una relación sana, puede convertirse en un comportamiento grave o patológico si se da de forma constante”
Para salir de ese lugar tan agotador, es importante centrarte en tu propia vida y ser un poco egoísta, porque tienes derecho a pensar en ti, a cuidarte, a protegerte, a cuidar tu bienestar y tu felicidad. Recuerda que daca persona es directora de su vida.